LA CÁMARA QUE LLEVO EN MIS SALIDAS EN BICI: POR QUÉ ME PASÉ A LA RX100 VII
Una de las preguntas que más me hacen es: ¿qué cámara utilizas para capturar tus salidas y aventuras en bici?
Así que he decidido escribir este post en el blog para no tener que repetirme constantemente. Bueno, por eso y porque llevo sin luz ni conexión desde que he salido a rodar esta mañana. Acabo de enterarme de que ha habido un apagón general en España, y ahora mismo no tengo mucho más que hacer.
Y ahora que ya os he contado mi vida (que probablemente no os importe demasiado), ¿qué os parece si vamos al grano?
Un poco de contexto:
Hace unos tres años —cuando decidí meterme de lleno en este loco mundo de la fotografía, el vídeo y la creación de contenido— empecé a llevar a mis salidas en bici la cámara que usaba en la universidad: una Canon 2000D que era de mi hermana.
Lo hice inspirado por creadores como Rik de Voogd, Ruben Hoogland y Kyle Thornhill.
Más adelante, cuando me di cuenta de que esto no era solo otro hobby que acabaría dejando en cuanto me llamara la atención otra cosa (sí, me costó lo mío descubrir a qué quería dedicarme), decidí invertir en mi primera cámara “de verdad”: una Sony A6400 de segunda mano con un objetivo Tamron 28-75mm f/2.8.
Podría decir que con esa cámara aprendí todo lo que sé hoy. ¿Cómo? Llevándola a todas partes, sin excepción.
No soy ningún genio, pero es verdad eso que dicen de que la práctica acaba dando sus frutos.
Alrededor de un año más tarde, cuando descubrí que con una cámara también se podía ganar dinero, decidí lanzarme de cabeza y profesionalizarme en el campo de la fotografía. Invertí en un equipo full-frame: una Sony A7IV y varios objetivos. Ese conjunto me acompañó fielmente hasta hace poco.
Entonces, ¿por qué os cuento todo esto?
Para que entendáis la evolución y comprendáis por qué, a día de hoy —aunque tengo equipos mucho más capaces sobre el papel— sigo eligiendo la Sony RX100 VII para mis salidas y aventuras en bici.
Durante bastante tiempo llevé la A7IV colgada a la espalda. (Y sí, porque sé que me lo vais a preguntar: este es el strap que uso para la cámara grande).
Pero con el tiempo dejé de hacerlo, sobre todo porque no resulta nada cómodo. Claro, seguía llevándola cuando el trabajo lo exigía, pero dejé de hacerlo justo cuando más importa: cuando nadie te obliga. Y en mi experiencia, como ya he dicho antes, la única manera de aprender —o seguir aprendiendo— es practicando.
Fue entonces cuando, gracias a otro fotógrafo al que admiro muchísimo —Harry Powell—, descubrí la RX100.
La compré sin pensarlo demasiado (para bien o para mal, suelo ser bastante impulsivo). Y sinceramente, ha sido una de las mejores compras que he hecho en mi vida.
Con ella volví a recuperar la ilusión por hacer fotos “porque sí”, y no solo cuando tenía un trabajo. Me recordó por qué decidí dedicarme a la fotografía: porque me encanta contar historias a través de imágenes.
Estoy seguro de que muchos creativos os sentiréis identificados con esto. Y probablemente estaréis de acuerdo conmigo en que, para mantener viva la llama de la creatividad, es importante practicar a diario, no solo cuando hay un brief de por medio.
Y ahora, después de toda esta chapa, aquí van algunas de las razones por las que la RX100 VII es la cámara perfecta para mí en este tipo de situaciones. Y recalco: para mí, lo que no significa que tenga que serlo también para ti. Así que te recomiendo que analices tus propias necesidades antes de tomar ninguna decisión. (Y si me permites el consejo, aplica esto a todo lo que veas por internet.)
Lo que me gusta:
1. Tamaño increíblemente compacto.
Es, sin duda, la principal razón por la que la elegí. Créeme: cuanto más grande y pesada sea la cámara, antes acabará acumulando polvo en una estantería. Y como alguien dijo alguna vez: “La mejor cámara es la que llevas encima.” Si está en la estantería… no la llevas encima.
Al ser tan pequeña, puedes llevarla colgada a la espalda (yo uso la 3 Point Camera Strap de ARCH, un chico italiano que crea productos increíbles a mano en Italia), guardarla en el maillot o en alguna bolsa de la bici. Personalmente, sigo prefiriendo llevarla a la espalda, ya que, aunque es resistente al agua y al polvo, no es impermeable, y el sudor del maillot puede dañarla (lo digo por experiencia). Llevarla directamente en la bici (en la bolsa de cuadro, por ejemplo) tampoco me convence, ya que puede recibir golpes innecesarios.
2. Amplitud de zoom inigualable (equivalente a un 24–200mm).
En serio, es una auténtica barbaridad para una cámara de este tamaño. La RX100 VII es extremadamente versátil y te permite capturar todo tipo de momentos y situaciones: desde close-ups hasta retratos, paisajes o disparos lejanos.
Obviamente, si nos ponemos quisquillosos y la comparamos con una cámara y objetivo full-frame, veremos diferencias. Pero como la finalidad principal de esta cámara no es el trabajo profesional (aunque he usado algunas de sus fotos en proyectos), eso no supone ningún problema para mí.
3. Uno de los mejores sistemas de enfoque automático del mercado.
Esto es algo que se puede aplicar a prácticamente todas las cámaras Sony, pero que un AF tan potente se encuentre en un cuerpo tan pequeño me parece impresionante. Y para fotografiar un deporte tan dinámico como el ciclismo —especialmente si tú también estás encima de la bici— es algo absolutamente esencial.
4. Flash integrado.
Aporta un extra de versatilidad. Permite hacer esas fotos con baja velocidad de obturación que tan de moda están últimamente, con resultados muy creativos y divertidos. También ayuda en situaciones de poca luz, aunque, eso sí, las capacidades de la RX100 en condiciones de baja luminosidad no son su punto fuerte (lógico, teniendo en cuenta su tamaño).
5. Su durabilidad.
Esta cámara ha pasado por todo: salidas de carretera, gravel, viajes largos… incluyendo Tailandia, Benidorm, varios bikepackings y un sinfín de Social Rides. Ha sufrido caídas, polvo, tierra, polen, ha pasado por decenas de manos, y sigue funcionando como el primer día.
Lo que me gusta menos:
1. No es impermeable.
Por eso siempre llevo una bolsa de supermercado y una goma para envolverla si llueve. ¿Lo bueno dentro de lo malo? Que al ser tan pequeña, este método casero funciona a la perfección (hablo por experiencia).
2. Le acaba entrando polvo en el mecanismo del objetivo.
Al tener un objetivo retráctil y no intercambiable, la única forma de limpiarla por dentro es llevarla al servicio técnico (y sí, tendrás que pagar). En mi caso todavía no ha hecho falta (aunque ya se ven algunas motitas), y la tengo desde hace más de dos años. Pero tarde o temprano le tocará una limpieza.
3. Los JPG son decentes, pero…
Soy exigente, y los resultados no me terminan de convencer. Mi solución: disparar en RAW y aprender un poco de edición. Te sorprendería lo mucho que puede mejorar una foto con unos mínimos ajustes, incluso desde el móvil (yo uso la app gratuita de Lightroom). Y si no te apetece aprender a editar, he creado un pack de presets que te dará resultados más que decentes con un solo clic: [LINK].
4. La batería.
Evidentemente, no es la mejor del mercado. Pero eso se soluciona llevando una de repuesto (que, como imaginarás, es diminuta). Dicho esto, no recuerdo la última vez que se me acabó la batería durante una salida.
5. No es una cámara barata.
Aun así, puedes encontrar buenas ofertas si buscas de segunda mano (asegúrate de que esté bien cuidada, o compra en plataformas verificadas como MPB*). Otra opción es valorar versiones anteriores a la VII, ya que apenas cambian en funcionalidades y el precio baja considerablemente. Pero, como siempre, te recomiendo analizar bien tus necesidades y presupuesto antes de decidir.
*Nota: Esta recomendación no está esponsorizada por MPB.
Conclusión
Por todas estas razones (y seguramente alguna más que me haya dejado), la RX100 VII ha sido —y seguirá siendo— mi cámara de confianza para mis aventuras y salidas en bici durante mucho tiempo.
Ah, y antes de despedirme, os dejo una selección de fotos tomadas exclusivamente con ella y editadas con mis presets, que podéis conseguir aquí: [LINK].
Si os surge cualquier duda, dejadla en los comentarios. ¡Estaré encantado de responderos!